Alfredo Ignacio Astiz, conocido como el "Ángel de la muerte", nació en Mar del Plata en 1951. Hijo de Alfredo Bernardo Astiz, un oficial naval que tuvo una destacada carrera durante la Revolución Libertadora, Alfredo Ignacio se vio envuelto en los crímenes de lesa humanidad que marcaron la dictadura argentina. Su familia, sin embargo, no estuvo exenta de controversias, con su padre y madre involucrados en oscuros negocios durante ese período.
Durante el Mundial de Fútbol de 1978, Astiz padre fue parte del Comité Organizador, donde se ocultaron muchos de los crímenes de la dictadura. Mientras tanto, su hijo Alfredo Ignacio se encontraba en París, donde participó activamente en las tareas de desinformación y espionaje. El evento deportivo fue también una oportunidad para el enriquecimiento ilícito de los implicados, entre ellos los miembros de la familia Astiz.
María Elena Vázquez, esposa de Alfredo Bernardo Astiz, fue involucrada en el robo de bebés, un crimen común durante la dictadura. Según testimonios, ella colaboró con el secuestro y entrega de un bebé nacido en condiciones clandestinas, que fue posteriormente inscrito como hijo propio por Vázquez y su esposo. Esta historia ilustra la complicidad de los miembros de la familia en los crímenes perpetrados por la dictadura.
El padre de Alfredo Ignacio, Alfredo Bernardo Astiz, murió en 2004 sin enfrentar justicia por su complicidad en los crímenes de la dictadura. Su hijo, condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, sigue siendo un símbolo de la impunidad que rodeó a los militares involucrados en la represión. Mientras tanto, otros miembros de la familia continúan en la sombra, gestionando negocios que benefician de la fortuna obtenida a través de esos crímenes.
Lucrecia Astiz, hermana de Alfredo Ignacio, es una figura clave en los negocios familiares. Propietaria de uno de los colegios privados más exclusivos de Mar del Plata, se sospecha que su fortuna proviene de los oscuros fondos obtenidos durante la dictadura. La falta de transparencia sobre cómo amasó su fortuna plantea interrogantes sobre el origen del dinero que podría estar vinculado con la corrupción y el lavado de dinero de los genocidas.
El legado de los Astiz sigue siendo controversial. Si bien Alfredo Ignacio cumple su condena, otros miembros de la familia siguen siendo figuras prominentes en Mar del Plata, gozando de una suerte de protección social y económica. La impunidad de estos individuos refleja la falta de justicia para las víctimas de la dictadura, que sigue siendo un tema pendiente en la historia de Argentina.