Alemania ha publicado su primera "Estrategia sobre China" en un intento de disminuir su dependencia económica de la segunda economía mundial. El documento, que consta de 64 páginas, destaca la necesidad de equilibrar la gestión de la dependencia de Beijing en medio de crecientes preocupaciones sobre los derechos humanos y la actitud de China hacia el derecho internacional.
En un esfuerzo por reducir la dependencia en "sectores críticos", Alemania busca diversificar sus relaciones comerciales y fortalecer su presencia militar y cooperación en el Indo-Pacífico. La estrategia enfatiza que cualquier cambio en el estatus del estrecho de Taiwán debe llevarse a cabo de manera pacífica y por acuerdo mutuo, advirtiendo sobre los peligros de una escalada militar.
El documento también señala la necesidad de revisar las exportaciones alemanas y los controles de inversiones en tecnología militar, con el objetivo de evitar la promoción de violaciones sistemáticas de los derechos humanos en China y el apoyo a un mayor rearme militar. Además, la estrategia respalda la idea de revisar los controles de las inversiones salientes en tecnología de uso militar, una propuesta que actualmente se encuentra en estudio por parte de la Comisión Europea.
Esta estrategia marca un cambio significativo en el enfoque de Alemania hacia China, que en el pasado ha priorizado los intereses económicos bilaterales. Aunque el documento no establece objetivos vinculantes, las empresas y asociaciones industriales alemanas han acogido con satisfacción la estrategia, reconociendo la necesidad de adaptarse a un nuevo panorama global y aprovechar las oportunidades de inversión y exportación en otros lugares, además de China.
En un contexto más amplio, esta estrategia se suma a los esfuerzos de Occidente para reducir la dependencia estratégica de China y abordar las preocupaciones sobre su creciente hegemonía en el Indo-Pacífico y las posibles interrupciones de la cadena de suministro. Alemania busca un enfoque más equilibrado en sus relaciones con China, reconociendo que el régimen chino sigue siendo un socio indispensable para abordar desafíos globales como el cambio climático y las pandemias, pero al mismo tiempo, reconociendo los retos planteados por la rivalidad y la competencia crecientes en los últimos años.