La Unión Europea (UE) se enfrenta a una creciente crisis climática con costes económicos y ambientales alarmantes. En 2021, las catástrofes climáticas costaron a la UE 56.600 millones de euros, y las previsiones para este año indican que la cifra será aún mayor.
Sin embargo, en un momento crítico para abordar esta crisis, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, nombró al democristiano holandés Wopke Hoekstra como comisario de Cambio Climático. Este nombramiento ha generado controversia debido a su historial vinculado a la industria de combustibles fósiles y su antigua afiliación con la empresa Shell.
Shell, que obtuvo beneficios récord de 36.000 millones de euros el año pasado, ha sido criticada por reducir sus compromisos climáticos mientras busca expandir la extracción de combustibles fósiles en nuevos lugares. Esto va en contra de las advertencias de la Agencia Internacional de la Energía sobre los peligros del aumento del calentamiento global.
Hoekstra también fue objeto de una investigación parlamentaria por impulsar proyectos de petróleo y gas en los Países Bajos, a pesar de los daños ambientales y la resistencia local. Su negativa a compensar a los hogares afectados por estos proyectos ha generado preocupación sobre su idoneidad para liderar los esfuerzos de cambio climático en la UE.
Este nombramiento plantea interrogantes sobre si la UE está tomando medidas suficientes y coherentes para abordar la crisis climática y si debería reconsiderar la elección de líderes con vínculos cercanos a la industria de combustibles fósiles en este momento crítico.