En un acto cargado de simbolismo y tensión política, Cristina Fernández de Kirchner asumió formalmente la conducción del Partido Justicialista (PJ) nacional. La ceremonia tuvo lugar en la sede de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), donde la expresidenta marcó la agenda política con fuertes cuestionamientos al gobierno de Javier Milei, calificándolo de "infantil y cholulo".
"Es como si viviera en Disney, como si estuviera en un cumpleaños", disparó Cristina en referencia a las declaraciones recientes de Milei en cadena nacional. Estas palabras resonaron ante un auditorio que contó con la presencia de figuras clave del peronismo, como Verónica Magario, Aníbal Fernández y Alicia Kirchner, aunque destacaron las ausencias del gobernador Axel Kicillof y otros mandatarios provinciales, quienes optaron por priorizar actividades locales.
Cristina centró buena parte de su discurso en el primer año de gestión de Milei, denunciando lo que calificó como "un modelo de valorización financiera" que agrava las desigualdades sociales. "Hoy no es el gobierno de la dolarización, pero estamos transitando la cuarta experiencia de este tipo en nuestra historia", señaló, destacando que las políticas neoliberales generan ajustes violentos y reiterados.
Además, reconoció el éxito del reciente blanqueo de capitales impulsado por el oficialismo, aunque lo utilizó como un ejemplo de la incapacidad del gobierno para traducir estos ingresos en estabilidad económica: "Entran dólares, pero seguimos en reservas negativas".
En el plano político, la vicepresidenta marcó distancia respecto a la firma del acuerdo con el FMI durante el gobierno del Frente de Todos, calificándolo como un error estratégico que tuvo consecuencias "fatales" para su espacio político.
Otro punto fuerte del discurso fue el escándalo que involucra al senador entrerriano Edgardo Kueider, detenido en Paraguay por tratar de ingresar con más de USD 200.000 sin justificar. Cristina lo calificó como un hecho inédito en la política argentina, resaltando el rol clave del legislador en la aprobación de iniciativas promovidas por el libertarismo, como la ley de Bases. "Este episodio tiene un hilo conductor con otras leyes que perjudican los intereses de la Nación", subrayó.
En su flamante rol como líder del PJ, la expresidenta abogó por la formación de cuadros técnicos y políticos, apuntando a la necesidad de reorganizar y fortalecer la militancia. También lanzó mensajes internos dirigidos a sectores del peronismo que, según ella, han perdido de vista los principios fundacionales del movimiento: "No tenemos que creernos que la historia empieza cuando uno llega o termina cuando uno se va".
Por último, Cristina advirtió sobre el riesgo de caer en discusiones estériles y llamó a construir un espacio de debate profundo: "Necesitamos recuperar a la sociedad para el peronismo desde la organización y la formación".
Las ausencias de Axel Kicillof y de la CGT no pasaron desapercibidas. Mientras el gobernador bonaerense se encontraba recorriendo el interior de la provincia, Cristina lanzó una crítica directa a la central obrera: "Antes la CGT paraba", en alusión a la falta de movilización sindical frente a los embates neoliberales.
El acto dejó en claro que Cristina busca consolidar un PJ con un liderazgo claro y un mensaje estratégico que le permita hacer frente tanto a las políticas de Milei como a las tensiones internas del peronismo. Con una mezcla de autocrítica y señalamientos hacia dentro y fuera del espacio, la expresidenta se posiciona como una figura central en la reconfiguración del tablero político argentino.