Los implacables ataques israelíes han sumido a la Franja de Gaza en una crisis humanitaria. La población se ve obligada a vivir sin suministro de agua corriente y electricidad, mientras el combustible escasea. Los residentes, como Muhammad Khudair, se ven forzados a recoger agua de grifos improvisados ??ya esperar en extensas filas para abastecerse de alimentos.
A pesar de algunos comercios abiertos, la falta de electricidad se ha convertido en un obstáculo insuperable. Las reservas de combustible se agotan rápidamente, y la prioridad se reserva para hospitales y centros médicos, dejando a la población general sin acceso a necesidades básicas.
Obtener un simple pan se ha convertido en una tarea que consumir todo el día, como lo experimenta la familia de Abu Saeed. "Las colas son interminables. Hemos recorrido todas las panaderías, y pasamos horas en busca de una barra de pan. Los precios se han disparado, y las opciones de compra son escasas", lamenta.
Los bombardeos israelíes no solo han afectado las infraestructuras de Hamás, sino que también han dejado en ruinas muchas casas y negocios de civiles, devastando a sus propietarios. La pregunta que persiste es: "¿Qué les hemos hecho? Miren las casas destruidas. Somos civiles. ¿Qué les hemos hecho?", se desahoga Hassan Zidane.
La población de Gaza anhela lo mismo que cualquier otro individuo: paz y la posibilidad de vivir sin el espectro constante de la guerra. Las cifras de alarma de las autoridades sanitarias de Gaza, con más de 1.200 muertos y cerca de seis mil heridos a raíz de los bombardeos, ponen de manifiesto la urgente necesidad de un alto el fuego y una solución a largo plazo.
La ONU ha denunciado que el asedio total impuesto a Gaza constituye un castigo colectivo prohibido por el derecho internacional, enfatizando la importancia de poner fin a esta crisis humanitaria.