En la cumbre de los veintisiete en Granada, España, Polonia y Hungría han rechazado la reciente reforma del sistema migratorio europeo. El primer ministro húngaro, Víktor Orbán, expresó su descontento, argumentando que la Unión Europea había "violado" su voluntad al forzar la aprobación de acuerdos sobre el pacto de migración y asilo, a pesar de que ambos países habían votado en contra.
Orbán señaló que la base previamente acordada para regular la inmigración de manera unilateral se modificó en la última reunión, lo que llevó a la insatisfacción de Polonia y Hungría. A pesar de ello, fueron presionados para dar su aprobación, dejándolos completamente al margen del proceso. Esto, según Orbán, ha dejado pocas posibilidades de llegar a un compromiso y acuerdo sobre migración en el futuro, considerando la situación política actual.
El pacto de Asilo, que aún debe ser negociado con el Parlamento Europeo, fue aprobado por mayoría cualificada de los Estados miembros, en lugar de exigir unanimidad. El acuerdo establece un mecanismo de solidaridad obligatorio entre los Estados miembros en caso de que uno de ellos se enfrente a una "situación excepcional" relacionada con la llegada masiva de migrantes a sus fronteras. Esta divergencia en la cumbre plantea desafíos significativos en la búsqueda de un enfoque común hacia la migración en la Unión Europea.