Ruptura radical en el Congreso: ¿Un gesto de independencia o una crisis interna en la UCR?
La Unión Cívica Radical (UCR) atraviesa una ruptura significativa en el Congreso: doce de sus diputados, alineados con figuras de peso como Facundo Manes y Martín Lousteau, abandonaron el bloque liderado por Rodrigo De Loredo y formaron su propia bancada, "Democracia para Siempre". Esta escisión, oficializada en una presentación a las autoridades de la Cámara de Diputados, deja al radicalismo dividido y a De Loredo con un grupo reducido de 21 legisladores. La nueva bancada será presidida por el platense Pablo Juliano, un nombre emergente dentro de la política radical.
Pablo Juliano explicó que la creación de este nuevo bloque responde a una convicción de frenar la “infiltración” del Gobierno en las filas de la UCR, acusando a algunos radicales de responder a la línea de Patricia Bullrich y de mostrarse en una ambigüedad peligrosa. “Queríamos ponerle punto final a la infiltración que había en la marca del radicalismo”, declaró Juliano, quien además destacó que su grupo busca concentrarse en temas que interesen verdaderamente a los ciudadanos, dejando de lado las disputas internas que, según él, minan el valor de la oposición.
Sin embargo, esta movida no sólo refleja una disputa de fondo entre quienes desean alejarse del Gobierno y quienes intentan mantener puentes institucionales. También expone una faceta del radicalismo que busca redefinir su rol como opositor. Juliano asegura que su bloque se posicionará como una alternativa que esquiva los extremos, rechazando tanto el populismo de derecha, al que asocia con Javier Milei, como el de izquierda, identificado con el kirchnerismo.
Este episodio plantea interrogantes sobre el futuro de la UCR y su capacidad de mantenerse unida en un contexto de polarización política. La decisión de Juliano y sus aliados no solo desafía el liderazgo de De Loredo, sino que también sugiere un posible realineamiento de fuerzas dentro del propio radicalismo, en un intento por formar una oposición “genuina” y desvinculada de las influencias oficialistas.
Queda por verse si “Democracia para Siempre” logrará consolidarse como un espacio de independencia real o si esta división terminará por debilitar a un partido históricamente crucial en la política argentina.