Las calles de Senegal se encuentran agitadas desde que Ousmane Sonko, líder de la oposición y candidato en las próximas elecciones presidenciales, fue acusado de insurrección y su partido disuelto. La situación ha llevado a una creciente ola de manifestaciones que han dejado un saldo trágico, con al menos quince manifestantes muertos a manos de la policía.
El gobierno senegalés ha tomado medidas drásticas para contener la situación, incluyendo el corte de internet en el país, alegando que se busca contrarrestar la propagación de mensajes "de odio y subversivos".
Ousmane Sonko, conocido por su férrea oposición al actual presidente Macky Sall, denuncia que la justicia está siendo instrumentalizada para apartarlo de las elecciones presidenciales. Sus críticas se centran en la mala gobernanza, la corrupción y el neocolonialismo francés. Estas posiciones han ganado popularidad, especialmente entre los jóvenes de Senegal.
Sin embargo, Ousmane Sonko también enfrenta desafíos legales, habiendo sido condenado en ausencia por corrupción moral y enfrentando una serie de acusaciones por parte de la fiscalía.
El presidente Macky Sall anunció recientemente que no buscará un tercer mandato, aunque se espera que apoye a un candidato de su partido para sucederlo en las elecciones.
Esta agitación política ha sacudido a Senegal, un país que durante mucho tiempo ha sido considerado un bastión de la democracia en África occidental.
Es importante destacar que Senegal es una de las naciones africanas que están involucradas en un esfuerzo conjunto para poner fin a un golpe militar en Níger, lo que agrega un elemento adicional de preocupación en la región.
La situación en Senegal es motivo de atención tanto a nivel nacional como internacional, y las autoridades se encuentran ante el desafío de encontrar una solución pacífica y democrática para la crisis política que enfrenta el país. La comunidad internacional también observa de cerca la evolución de los acontecimientos en esta nación clave de África occidental.