En medio del clima de tensión que atraviesa Aerolíneas Argentinas por los conflictos sindicales y los rumores de privatización, el vicepresidente de la compañía, Juan Pablo Alvarado, se encuentra en el ojo de la tormenta. El funcionario viajó a Florianópolis, Brasil, con un pasaje que costó 20 veces menos que el precio de mercado, despertando indignación dentro y fuera de la empresa.
Alvarado, responsable de áreas clave como recursos humanos, operaciones y cargas, salió de Buenos Aires el pasado 18 de enero y tiene previsto regresar el 1 de febrero. Según trascendió, pagó apenas 94 dólares por los pasajes de ida y vuelta, en plena temporada alta, cuando el costo real ronda los 500.000 pesos por tramo.
El acceso a pasajes ultra baratos es uno de los beneficios que Aerolíneas Argentinas ofrece a sus empleados, un privilegio que ha sido cuestionado en repetidas ocasiones. La polémica creció luego de que el gobierno anunciara que planea revisar estas ventajas laborales como parte de las negociaciones con los sindicatos.
La decisión de Alvarado de aprovechar este beneficio mientras negocia ajustes en sectores clave de la empresa, como rampas y cargas, no pasó desapercibida. Estos sectores, particularmente sensibles en el actual contexto de conflictos gremiales, enfrentan reclamos de mejores condiciones laborales en un momento crítico para la compañía.
El caso de Juan Pablo Alvarado no es el primero que pone a funcionarios de la aerolínea en una posición incómoda. Días atrás, Facundo Del Villar, encargado de negociar paritarias con los gremios, debió suspender su viaje a la Feria Internacional de Turismo en Madrid tras conocerse que había adquirido cuatro pasajes a Punta del Este por 127.000 pesos. En condiciones normales, ese viaje habría costado más de 4 millones.
Ambos episodios generaron cuestionamientos sobre el manejo ético de los recursos de Aerolíneas Argentinas, en momentos en que se discute el futuro de la compañía y la posibilidad de una eventual privatización.
La polémica plantea interrogantes más amplios: ¿es ético que los altos funcionarios de una empresa estatal utilicen estos beneficios mientras se negocian recortes con los empleados? ¿Qué mensaje envía esta práctica a una sociedad que financia la aerolínea con sus impuestos?
Con Brasil y Florianópolis como escenarios de este último escándalo, el debate sigue abierto. La imagen de Aerolíneas Argentinas enfrenta un nuevo golpe, y el público queda a la espera de respuestas claras de los responsables.
Este caso no solo pone en jaque a Juan Pablo Alvarado, sino que también deja en evidencia una práctica que podría estar condenada al ocaso si los ajustes propuestos avanzan. En un clima de incertidumbre, las decisiones que se tomen en los próximos meses serán determinantes para el futuro de la empresa.
¿Vos qué opinás? ¿Es justo que los beneficios se mantengan mientras la empresa enfrenta dificultades?