En los últimos años, una nueva tendencia política ha empezado a dominar el escenario global: el ascenso de autocracias electorales. Líderes como Giorgia Meloni en Italia, Nayib Bukele en El Salvador, o figuras como Viktor Orbán en Hungría han logrado consolidar su poder dentro de sistemas democráticos, pero con tácticas que ponen en riesgo los principios fundamentales de la democracia misma.
Este fenómeno, que ha generado preocupación en todo el mundo, se basa en una estrategia muy calculada: mantener la fachada democrática mientras se debilitan sus bases más esenciales. Los votantes eligen a estos líderes bajo promesas de estabilidad y orden, pero al mismo tiempo, ellos actúan para erosionar las libertades civiles y la independencia de las instituciones clave.
Las autocracias electorales son regímenes que, aunque elegidos a través del voto, actúan de manera autoritaria al restringir los derechos fundamentales, manipular los procesos judiciales y debilitar la libertad de prensa. Este tipo de gobierno utiliza el sistema democrático a su favor, pero una vez en el poder, alteran las normas del juego para mantenerse en él, como hemos visto en el caso de Giorgia Meloni en Italia y Nayib Bukele en El Salvador.
En estos regímenes, el voto sigue siendo la herramienta principal para acceder al poder, pero una vez alcanzado, la democracia se va reduciendo a una apariencia. Por ejemplo, Viktor Orbán en Hungría ha logrado imponer una serie de reformas que han limitado la libertad de prensa y el poder judicial, mientras se presenta como un líder democráticamente elegido.
El auge de las autocracias electorales se ha visto favorecido por varios factores, entre ellos, la creciente desigualdad económica y social que ha desilusionado a muchas personas con los sistemas democráticos tradicionales. La promesa de restaurar el orden y ofrecer seguridad es lo que muchos votantes buscan, especialmente en momentos de crisis económica o política. Este contexto ha permitido que líderes como Meloni, Bukele, y otros, puedan obtener el apoyo necesario para cambiar las reglas del juego en su favor.
La amenaza de las autocracias electorales es que no son regímenes que lleguen al poder por medio de un golpe de Estado, sino que lo hacen de forma legal, a través de elecciones democráticas. Sin embargo, su estrategia una vez en el poder es ir debilitando las estructuras que sostienen la democracia, como la justicia independiente o los medios de comunicación libres. Por ejemplo, la política de Nayib Bukele en El Salvador ha sido criticada por su control de los medios de comunicación y su intervención en el sistema judicial.
El desafío es claro: las democracias deben reforzar sus bases y devolver la confianza a sus ciudadanos, algo que, según el historiador Steven Forti, requiere una nueva forma de pensar sobre la política. Mientras tanto, la lucha contra las autocracias electorales debe incluir un análisis profundo de las causas económicas, sociales y políticas que facilitan el ascenso de estos líderes autoritarios. La clave será encontrar un equilibrio entre democracia y gobernabilidad, donde se mantengan intactos los derechos y las libertades fundamentales.
En conclusión, las autocracias electorales representan un grave peligro para las democracias modernas. Aunque elegidos por voto popular, estos líderes utilizan las mismas herramientas democráticas para destruir sus principios fundamentales. La clave está en generar una respuesta efectiva que proteja los valores democráticos y frene el avance de este fenómeno, que pone en riesgo la estabilidad política global.