La inseguridad en el conurbano bonaerense sigue siendo uno de los temas más candentes en la agenda política y social. Cada nuevo incidente refuerza la sensación de que el problema está lejos de solucionarse. ¿Por qué la seguridad no mejora pese a los reclamos constantes de los intendentes al gobernador Axel Kicillof? Esta pregunta genera intriga y lleva a un análisis profundo de los conflictos y tensiones que envuelven a las distintas jurisdicciones.
El lunes pasado, una reunión entre el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, y su par porteño, Waldo Wolff, terminó sin resultados concretos. El encuentro se dio en un contexto marcado por los reclamos desde la Ciudad, luego de que el equipo de Jorge Macri denunciara que 16 policías porteños fueron atacados en intentos de robo en el conurbano este año.
Jorge Macri afirmó que estos ataques forman parte de un "patrón sistemático", pero Alonso le respondió de manera tajante:
“Si tiene pruebas, que las presente. Si no, deje de politizar el dolor de las familias de los policías”.
Estas declaraciones no fueron las únicas que intensificaron el cruce. Alonso también acusó al jefe de Gobierno porteño de utilizar la inseguridad como un recurso para desviar la atención de los problemas internos en la Ciudad de Buenos Aires, como el aumento de fugas de presos y la falta de soluciones efectivas para los vecinos.
En este contexto de tensiones políticas, la inseguridad golpea sin distinguir jerarquías. Horas después de las declaraciones de Alonso, el ministro de Transporte bonaerense, Martín Marinucci, fue víctima de un violento asalto mientras celebraba su cumpleaños en Ramos Mejía. Su esposa fue agredida físicamente, y entre los detenidos por el hecho había un menor de edad.
Por su parte, en Ituzaingó, el secretario de Seguridad local, José Rosendo, protagonizó un episodio que rápidamente se volvió viral. Rosendo redujo personalmente a un delincuente que había robado sillas de un restaurante. Según narró:
“Lo reduje pidiéndole que se ponga contra la pared. Cuando confirmé que no tenía armas, lo tendí en el piso y lo aseguré”.
El hecho generó tanto elogios como críticas en redes sociales, donde algunos insinuaron que todo estaba armado. Sin embargo, fuentes locales confirmaron que el incidente fue real y que el delincuente quedó detenido.
El intendente de Ituzaingó, Pablo Descalzo, también se sumó a los reclamos. Durante la presentación de una nueva flota de patrulleros municipales, cuestionó la ausencia de representantes de la Policía Bonaerense y apuntó directamente contra Alonso:
“Los ituzainguenses queremos seguridad. Si usted está ofendido, le digo que vamos a seguir peleando por lo que nos merecemos”.
La inseguridad en el conurbano bonaerense no es solo una problemática social, sino también un campo de batalla política. Las tensiones entre municipios, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires complican la búsqueda de soluciones. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando respuestas concretas que devuelvan la tranquilidad a sus calles.