En una inesperada jugada política, la Corte Suprema rechazó la licencia extraordinaria solicitada por Ariel Lijo, quien había pedido la renuncia a su cargo como juez federal para asumir en el máximo tribunal. Aunque en principio Lijo no renunciaría y optaría por esperar la aprobación de su pliego en el Senado, esta decisión marca un hito en las disputas internas dentro de la Corte.
El verdadero foco de la noticia se centra en el voto de Manuel García Mansilla, el flamante cortesano que, en una sorprendente movida, votó en contra de los intereses del gobierno de Javier Milei, alineándose con el Pacto de Talcahuano. Este pacto, una serie de acuerdos entre miembros de la Corte, está diseñado para mantener la independencia judicial frente a influencias políticas externas.
La sorpresiva postura de García Mansilla es un golpe para Santiago Caputo, el ideólogo detrás de su llegada a la Corte, quien confiaba en que el nuevo integrante seguiría las directrices del oficialismo. Sin embargo, en su primera prueba de fuego, García Mansilla mostró su postura independiente, dejando claro que no está dispuesto a ser parte de un engranaje político, incluso a una semana de haber asumido en el cargo.
La situación se complica aún más para Ricardo Lorenzetti, quien, al igual que en otras ocasiones, votó en solitario. El rafaelino, un ferviente defensor de la llegada de Ariel Lijo al máximo tribunal, había logrado convencer a varios operadores del gobierno de que el ex juez federal sería clave para lograr una nueva mayoría dentro de la Corte. Sin embargo, el voto en contra de García Mansilla trastoca sus planes.
Mientras tanto, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, quienes han sido figuras clave en la Corte, parecen haberse movido más rápido. Utilizaron la falta de padrinazgo político de García Mansilla a su favor, logrando que el nuevo juez se alineara rápidamente con ellos. En este escenario, Lijo parece decidido a esperar la aprobación del Senado antes de hacer movimientos drásticos, mientras que la tensión dentro de la Corte sigue en aumento.
Esta batalla por el poder dentro del tribunal no es solo una cuestión interna. Refleja la lucha política y judicial en un contexto donde la Corte Suprema juega un rol fundamental en el equilibrio de poderes del país. El futuro de Ariel Lijo en la Corte y las decisiones de figuras clave como García Mansilla podrían ser determinantes en los próximos meses.
Así, en este tablero político y judicial, las jugadas estratégicas continúan y el desenlace de esta saga promete seguir dando de qué hablar.