La reciente convocatoria de María Tettamanti al área de Energía marca el inicio de una nueva fase en la relación entre Javier Milei y Mauricio Macri, quienes buscan integrar a más dirigentes del PRO. En contrapartida, el peronismo atraviesa un momento crítico con la ruptura insalvable entre Cristina Kirchner y su ex discípulo Axel Kicillof, quien ha optado por no apoyar públicamente la candidatura de Kirchner a la presidencia del PJ nacional.

Kicillof, en un comunicado reciente, cuestionó los métodos de conducción de Kirchner, tildando su estilo de liderazgo como “la lógica del sometimiento o traidor”. Este giro ha sido interpretado por algunos sectores como un acto de independencia del gobernador bonaerense, quien se ha posicionado como un líder opositor con buena imagen, según los últimos sondeos.

Mientras tanto, desde La Cámpora y el Instituto Patria, se sospecha que Kicillof juega a la neutralidad mientras se especula con la nominación de Ricardo Quintela, su rival. La ex presidenta, consciente de la presión, ha comenzado a mover sus piezas en un intento por recuperar el control del PJ, lanzando acusaciones sobre la falta de información en las candidaturas.

La situación se complica aún más con la inminente elección interna del PJ, programada para el 17 de noviembre, donde la logística y el financiamiento son preocupaciones primordiales, especialmente en distritos con padrones desactualizados. La ex mandataria, que tiene mucho más en juego, se encuentra en una encrucijada.

Por su parte, la UCR también enfrenta tensiones internas. La crisis de liderazgo en el partido ha sido exacerbada por la aparición de Milei, lo que ha llevado a que figuras como Martín Lousteau se conviertan en líderes de la oposición al libertario. Alejandro Cacace, un ex diputado de la UCR, está en conversaciones para unirse al gobierno de Milei, lo que podría fragmentar aún más el bloque radical en la Cámara baja.

Las próximas semanas serán decisivas, ya que ambos partidos políticos luchan por establecer sus estrategias en medio de una creciente incertidumbre electoral y la necesidad de mantener una cohesión que parece cada vez más frágil.