La reciente reunión del Partido Justicialista en Moreno puso en evidencia las profundas grietas que dividen al peronismo bonaerense. En un clima ya cargado de tensión, un cruce entre Andrés "Cuervo" Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad, e Iván Villagrán, intendente de Carmen de Areco, escaló rápidamente, casi derivando en una pelea física.
Villagrán, uno de los oradores designados por su sección, aprovechó su intervención para reclamar discriminación hacia su gestión municipal por su pertenencia a La Cámpora. Según él, esto se traducía en inspecciones laborales sin previo aviso y recortes en la asistencia social. Larroque, defensor acérrimo de la estrategia política de Axel Kicillof, reaccionó con dureza, tachando al intendente de irresponsable. El ministro de Trabajo, Walter Correa, se sumó al ataque verbal, elevando aún más el tono del enfrentamiento.
Cuando la discusión parecía fuera de control, la intervención de Eduardo "Lalo" Révora, subsecretario de Asuntos Municipales, y un llamado a la calma por parte de Máximo Kirchner evitaron un desenlace violento. Révora, conocido por su temperamento firme, logró reestablecer un mínimo de orden. Máximo, por su parte, intentó encauzar el evento destacando la necesidad de unidad en medio de las tensiones internas.
Estos episodios reflejan un contexto político crítico para el PJ. Mientras Larroque llamó públicamente a bajar el tono de las disputas y a centrarse en enfrentar a Javier Milei como amenaza electoral, los choques internos entre camporistas y sectores alineados con Kicillof evidencian un delicado equilibrio de poder. Cristina Fernández de Kirchner, presente en el evento, mantuvo una postura distante y crítica frente a los discursos incendiarios, mostrando su preocupación por el futuro del espacio peronista.
El peronismo bonaerense enfrenta el desafío de superar sus divisiones en un momento en que la cohesión interna resulta clave para consolidar su estrategia frente a las elecciones de 2025. Las disputas en reuniones como la de Moreno dejan al descubierto que la unidad sigue siendo un objetivo esquivo.