El Canal de Beagle fue el epicentro de un largo conflicto entre Argentina y Chile, que se remonta al tratado de 1881. La disputa giraba en torno a la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas al sur del canal. A pesar de los acuerdos previos, la falta de claridad en los límites y la rica zona marítima generó tensiones entre los dos países durante décadas.
El Papa Juan Pablo II jugó un papel crucial en la resolución del conflicto. En 1978, tras acercarse a un enfrentamiento armado, ambos países solicitaron la mediación del Vaticano. Juan Pablo II designó al cardenal Antonio Samoré para iniciar las conversaciones que, después de varios años, culminaron con un tratado firmado en 1984. Este acuerdo histórico puso fin a una disputa que amenazaba la paz regional.
El tratado firmado en 1984 delimitó las fronteras en un área de 232,000 kilómetros cuadrados, con importantes concesiones para ambos países. Chile ganó soberanía sobre varias islas, mientras que Argentina obtuvo derechos marítimos clave. El acuerdo incluyó un espacio común para actividades concertadas, resolviendo así un conflicto complejo de manera pacífica.
El tratado del Canal de Beagle marcó un antes y un después en las relaciones entre Argentina y Chile. Al resolver la cuestión limítrofe, ambos países establecieron un precedente de diplomacia y resolución pacífica de conflictos. La firma del tratado fue seguida por un referéndum en Argentina y la ratificación por ambas naciones, consolidando la paz en la región austral.
El Papa, con su intervención, evitó lo que parecía un conflicto armado inminente. Su mediación en el conflicto fue un ejemplo de liderazgo y diplomacia internacional, que permitió a Argentina y Chile encontrar una solución común. La intervención de la Santa Sede consolidó la figura de Juan Pablo II como un mediador clave en situaciones de tensión mundial.
El Tratado del Canal de Beagle no solo resolvió una disputa territorial, sino que también cimentó una relación más estable entre Argentina y Chile. Este acuerdo histórico, logrado con la mediación del Vaticano, es un modelo de resolución de conflictos y un hito en la historia de América del Sur.