¿Qué le pasó al pulmón de Francisco? ¿Cómo influyó esa operación en su salud hasta el final? La historia médica de Jorge Bergoglio, más conocido como el papa Francisco, arranca a los 21 años y fue clave para entender su estado físico en sus últimos años de vida.
En plena juventud, mientras estudiaba en el seminario, una epidemia de gripe lo afectó más que al resto. Lo internaron en el Hospital Sirio Libanés de Villa Pueyrredón, en Buenos Aires. Un neumonólogo de apellido Zorraquín le detectó tres quistes en el pulmón derecho y un derrame pleural en ambos pulmones.
“Me sacaron un litro y medio de agua del pulmón. Ahí luché por mi vida”, recordó años después en su autobiografía Esperanza. Finalmente, lo operaron y le extirparon el lóbulo superior del pulmón derecho.
Bergoglio describió esa experiencia como un quiebre. En su libro Soñemos juntos, contó que vivió meses de incertidumbre, dolor y miedo. La operación dejó una cicatriz profunda, pero también marcó un cambio en su forma de ver la vida.
Aunque siempre afirmó que la recuperación fue completa, ese antecedente lo acompañó hasta el final.
El médico José Viudes, neumonólogo del Hospital Italiano, explicó que el cuerpo se adapta. “Se llama pulmón vicariante. El pulmón remanente se expande para cubrir el espacio vacío”, señaló. En el caso de Francisco, su pulmón derecho creció y compensó la falta del lóbulo extraído.
Por eso durante décadas no tuvo síntomas graves. “Nadie se daba cuenta. Solo un neumonólogo muy entrenado podía notar que le faltaba una parte del pulmón”, explicó el propio pontífice en una entrevista con Nelson Castro.
Con la edad, la zona donde fue operado desarrolló bronquiectasias: una especie de pozos donde se acumulan secreciones. Esa parte del pulmón se convirtió en un lugar ideal para que se instalen bacterias difíciles de eliminar.
Viudes explicó que ese fue uno de los factores que complicó su salud en sus últimos años. “Las bacterias se volvieron resistentes. Su sistema inmunológico ya no podía combatirlas bien, y eso lo hizo un paciente frágil”, indicó.
La combinación de esa secuela pulmonar con otros problemas vinculados a la edad terminó debilitándolo. En su última internación, fue necesario usar oxígeno, antibióticos fuertes y transfusiones para estabilizarlo.