Elecciones en EE.UU.: ¿El Colegio Electoral es un sistema obsoleto?
El 5 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde el sistema del Colegio Electoral jugará un papel fundamental en la elección del próximo presidente. Este sistema, diseñado para equilibrar los intereses de los diferentes estados, ha sido objeto de críticas crecientes, especialmente en un contexto donde candidatos con menos votos populares han logrado llegar a la Casa Blanca. Comprender su funcionamiento es crucial para desentrañar por qué el voto popular no siempre resulta en el ganador esperado.
El Colegio Electoral, establecido por los Padres Fundadores de la Constitución en 1787, tiene la responsabilidad de elegir al presidente y vicepresidente de EE.UU. A diferencia de un sistema de elección directa, donde el candidato con más votos ganaría automáticamente, este organismo asigna electores a cada estado en función de su población, sumando un total de 538 electores. Para alcanzar la presidencia, un candidato debe conseguir al menos 270 votos electorales. La mayoría de los estados siguen el sistema "el ganador se lo lleva todo", donde el candidato que gana la mayoría de votos en un estado obtiene todos sus electores, mientras que Maine y Nebraska aplican un método proporcional.
Es posible que un candidato obtenga más votos a nivel nacional y aún así pierda la presidencia. Esto sucede porque lo determinante son los estados con un número significativo de votos electorales. Un puede ganar en varios estados grandes con márgenes estrechos y perder en otros con menos electores, lo que le permitirá acumular los votos necesarios en el Colegio Electoral sin ser el favorito en el voto popular.
En caso de que ningún candidato alcance los 270 votos electorales, la elección del presidente se traslada a la Cámara de Representantes, donde cada estado emite un voto, mientras que el Senado elige al vicepresidente. Esta situación, aunque rara, refleja la fragilidad del sistema y sus potenciales inconvenientes.
Los estados péndulos, como Florida, Pensilvania y Wisconsin, son esenciales en el mapa electoral, ya que no tienen un claro dominio de un solo partido y pueden cambiar de tendencia electoral de una elección a otra. Su influencia es crucial para determinar el resultado final en el Colegio Electoral, haciendo que la atención de los candidatos se concentre en estos territorios.
La práctica de designar "electores falsos", electores que no fueron seleccionados conforme a los resultados estatales, ha despertado polémica en las últimas elecciones. Este intento de manipulación del proceso electoral pone en tela de juicio la integridad del sistema y plantea serias dudas sobre su viabilidad.
El Colegio Electoral tiene ventajas, como asegurar que los estados pequeños tengan voz en el proceso electoral, evitando que unas pocas áreas densamente pobladas controlen el resultado. Sin embargo, su mayor desventaja radica en su capacidad para ignorar la voluntad popular, permitiendo que un candidato gane sin obtener la mayoría de los votos.