La llegada del exsecretario de Seguridad de Lanús, Diego Kravetz, a la SIDE como número dos del organismo, bajo la dirección de Santiago Caputo, no solo sacudió el ámbito político, sino que también puso en evidencia una serie de tensiones internas dentro del aparato de seguridad del país. Pero, ¿qué está detrás de esta movida?
Desde su nombramiento, Diego Kravetz tiene la delicada misión de poner freno al creciente poder de un grupo dentro de la SIDE, liderado por el comisario general retirado Alejandro Pablo Cecati. Cecati, quien históricamente estuvo vinculado al espía Jaime Stiusso, representa una facción con más peso dentro de la agencia, conocida como "Interior". Con su llegada al organismo, Kravetz busca equilibrar las relaciones y evitar que este sector se adueñe de más competencias, lo que podría violar la ley de Inteligencia Nacional.
En el trasfondo, se encuentra una relación compleja entre la SIDE y la Policía de la Ciudad, dirigida por Waldo Wolff. Esta alianza se está tornando cada vez más problemática, especialmente porque no cumple con los límites establecidos por la ley. Según fuentes consultadas, la SIDE ha estado colaborando estrechamente con la Policía de la Ciudad, algo prohibido por las leyes de inteligencia interior, lo que pone en riesgo la legalidad de las operaciones.
Uno de los hechos que reveló esta tensa relación fue la investigación del asesinato de Fabián Sturn Jardón, un ciudadano uruguayo ejecutado en la zona de la Recoleta. Durante la pesquisa, el fiscal Marcelo Roma descubrió que agentes de la SIDE se habían involucrado en la investigación sin contar con respaldo legal. Este episodio evidencia cómo los límites de las funciones de la SIDE y la Policía de la Ciudad están cada vez más difusos, lo que genera preocupación en sectores del gobierno.
Este tipo de colaboración también fue puesta en cuestión cuando la SIDE asistió en la búsqueda de once presos fugados de la Alcaídia de Barracas, sin que existiera una base legal para esta intervención. Aunque desde el gobierno porteño afirman que fueron los fiscales quienes solicitaron la colaboración, no se puede pasar por alto que este tipo de acciones podría estar sobrepasando lo permitido por las leyes de seguridad y justicia.
Además, otro factor que suma a la tensión es la incorporación de exagentes de la Policía de la Ciudad en las filas de la SIDE, quienes luego de ser reincorporados a la fuerza porteña podrían estar generando un circuito vicioso de información y poder. Esta situación ha alertado a varios funcionarios, ya que podría poner en jaque el funcionamiento independiente y legítimo de la SIDE.
El ascenso de Diego Kravetz a la SIDE, junto con la creciente influencia de Santiago Caputo, tiene un impacto directo en la relación entre las fuerzas de seguridad y la inteligencia. Este movimiento no solo responde a la dinámica interna de la seguridad nacional, sino que también refleja la lucha por el control de la inteligencia interna, que podría tener repercusiones en la política y en las elecciones futuras.
El protagonismo de Jorge Macri en este escenario también es notable, ya que su influencia en la Ciudad de Buenos Aires y su vínculo con Waldo Wolff podrían alterar aún más el equilibrio de poder dentro de las instituciones de seguridad.
Este delicado contexto pone a la SIDE en una encrucijada legal y política, donde la cooperación con la Policía de la Ciudad y el fortalecimiento de ciertas facciones dentro de la inteligencia nacional podrían estar cruzando líneas peligrosas, poniendo en riesgo la transparencia y la legalidad de las operaciones. Diego Kravetz tiene por delante un desafío crucial: evitar que la SIDE se convierta en un actor político al servicio de intereses ajenos a su misión original.
