En un giro inesperado, Evo Morales, ex presidente de Bolivia y líder del MAS, ha anunciado que competirá en las elecciones del 17 de agosto de 2025, a través de una alianza con el Frente Para la Victoria (FPV). Sin embargo, esta jugada está marcada por varias incógnitas y obstáculos legales que podrían complicar su candidatura.
El FPV es un partido político vinculado a la familia Rodríguez Calle, un clan que ha sido protagonista en la política boliviana por años, aunque con una presencia limitada. Fundado en 2009, el partido ha sido conocido más por sus vínculos familiares que por una militancia activa, y en varias ocasiones se ha visto envuelto en controversias, como la acusación de cobrar a los postulantes para mantener sus candidaturas.
Este acuerdo entre Morales y el FPV llega en un contexto complicado. A pesar de que Morales enfrenta fallos judiciales que impiden su postulación, parece estar dispuesto a luchar por la presidencia mediante alguna estrategia legal poco convencional. Sin embargo, la pregunta es: ¿cómo convivirán las decisiones del MAS y las del FPV en caso de que Morales logre la candidatura?
A lo largo de su historia, el FPV ha sido percibido como un partido gestionado principalmente por la familia Rodríguez. Desde su creación hasta las últimas elecciones, el partido ha sido usado como una suerte de "taxi político" para candidatos dispuestos a postularse bajo su sigla. En 2019, por ejemplo, uno de los hijos de Eliseo Rodríguez, Israel Rodríguez, fue candidato a la presidencia, pero su propuesta fue rechazada por la mayoría de los votantes. Ahora, el FPV está dispuesto a acoger a Morales, quien, a pesar de sus años de liderazgo en el MAS, se enfrenta a un nuevo escenario político dentro del partido.
Si Morales logra postularse, deberá lidiar con las restricciones internas del FPV, donde la familia Rodríguez sigue siendo la que toma las decisiones. Henry Rodríguez, hijo de Eliseo y subjefe nacional del FPV, aclaró que Morales será solo un "invitado" dentro del partido, y que las candidaturas a la vicepresidencia y el Congreso se decidirán de manera consensuada. Este es un escenario completamente nuevo para Morales, quien, hasta hace poco, controlaba las decisiones dentro del MAS.
Aunque el acuerdo no parece tener una fuerte vinculación ideológica, los analistas consideran que se trata de una jugada pragmática para ambos lados. Por un lado, el FPV obtiene la visibilidad que le falta al aliarse con un ex presidente de gran peso, mientras que Morales podría ganar el respaldo de una familia que ha demostrado tener la capacidad de mantener su sigla a flote, a pesar de los fracasos electorales pasados.
Las elecciones del 17 de agosto de 2025 prometen ser un escenario lleno de tensiones y sorpresas. Si Evo Morales consigue postularse, deberá enfrentarse no solo a sus opositores políticos, sino también a los límites y desafíos internos de un partido en el que no tiene el control absoluto. Sin duda, el futuro de Bolivia dependerá de cómo se resuelvan estas tensiones internas, y si Morales puede lograr un equilibrio entre su liderazgo y las exigencias de su nuevo aliado político.