La reciente declaración de Elisa Carrió, denunciando los supuestos vínculos de Santiago Caputo con el sector más mafioso del país, ha desatado un revuelo político que pone en jaque la credibilidad de importantes instituciones. Según Carrió, la Aduana y la DGI podrían estar en riesgo debido a estas relaciones. ¿Qué hay detrás de estas acusaciones y qué implicancias tienen para la lucha contra la corrupción?
En diálogo con Urbana Play, Elisa Carrió afirmó que Santiago Caputo, conocido como el asesor estrella de Javier Milei, está "fascinado con esos vínculos, con la fama". Aunque no lo acusó directamente de ser corrupto, Lilita advirtió que Caputo ya forma parte de "una nueva matriz de corrupción". Estas palabras surgen tras la designación de Andrés Vázquez al frente de la DGI, lo que según Carrió representa una amenaza para la transparencia de la gestión.
Carrió también señaló que la Aduana está siendo "vaciada" y los empleados enfrentan presiones constantes. "Es como decirle a la gente del ARCA que ahora están para los negocios", disparó.
No es la primera vez que Lilita apunta contra Santiago Caputo. En agosto, lo acusó de estar "pensando en delinquir" al negarse a firmar ciertos documentos en su rol como asesor. En aquel momento, también lo vinculó con los Peaky Blinders, una referencia que generó ruido en los medios y reforzó la imagen de Caputo como una figura controvertida en el panorama político.
Mientras las denuncias de Carrió sacuden al oficialismo, llama la atención el silencio de La Cámpora. Pese a los vínculos que se rumorea entre Caputo y Wado de Pedro, la organización liderada por el kirchnerismo ha evitado pronunciarse al respecto. Este mutismo contrasta con los ataques habituales hacia otros actores políticos, dejando abierta la pregunta: ¿hay intereses comunes que explican esta omisión?
Las denuncias de Carrió no solo apuntan a figuras específicas, sino que también sacan a la luz un sistema más amplio de influencias y negociados. Según la líder de la Coalición Cívica, el riesgo no es solo para instituciones clave como la DGI y la Aduana, sino para la credibilidad de todo un gobierno que prometió transparencia.
Guillermo Garat, socio de Santiago Caputo y colaborador en la campaña presidencial de Wado de Pedro, también ha quedado bajo la lupa. Estas conexiones generan dudas sobre hasta qué punto las alianzas políticas y empresariales podrían estar moldeando decisiones clave en detrimento del interés público.
La pregunta sigue abierta: ¿logrará la justicia investigar estos presuntos vínculos mafiosos antes de que sea demasiado tarde? Con el silencio de algunos sectores y las graves denuncias de otros, la trama parece estar lejos de resolverse. Lo que está claro es que la figura de Santiago Caputo sigue ganando protagonismo, no solo por sus asesorías, sino también por las polémicas que lo rodean.
Los ojos están puestos en cómo avanzará esta historia y qué otros nombres podrían sumarse a una lista que ya comienza a exponer las grietas de un sistema en el que el poder y la corrupción parecen ir de la mano.